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Por Armando Bueno
El término "gentrificación" se refiere al proceso mediante el cual barrios tradicionalmente populares o de bajos ingresos comienzan a atraer a residentes con mayor poder adquisitivo, lo que provoca el alza de rentas, desplazamiento de habitantes originales y transformación del tejido social y cultural de la zona.
Protestas en la CDMX: un grito contra el despojo
Recientemente, vecinos de colonias como la Roma y la Condesa en la Ciudad de México salieron a las calles para protestar contra el crecimiento desmedido de plataformas como Airbnb y la llegada de extranjeros con altos ingresos que han disparado los precios de renta. Lamentablemente, la manifestación derivó en hechos violentos, reflejando el hartazgo de quienes sienten que están perdiendo su barrio.
“Nos están desplazando. Ya no podemos pagar lo que antes costaba la mitad. Todo por el turismo, por la moda, por los ‘nómadas digitales’”, decía un cartel durante la protesta.
Un problema global
Ciudades como Barcelona, Berlín, Ámsterdam y Venecia viven situaciones similares. Vecinos locales denuncian que el encanto de sus barrios ha sido absorbido por una industria turística voraz, que transforma hogares en hospedajes temporales y tiendas tradicionales en cafeterías gourmet.
¿Se puede detener la gentrificación?
Aunque es un fenómeno complejo, sí existen alternativas para equilibrar el desarrollo con el bienestar social:
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Control de rentas: limitar el aumento de los alquileres, como se ha hecho en Berlín o París.
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Regulación de Airbnb y hospedaje turístico, evitando que zonas habitacionales se conviertan en hoteles disfrazados.
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Vivienda social o cooperativa, con subsidios y prioridad para los habitantes históricos.
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Impuestos a propiedades vacías o de uso turístico, como se aplica en Ámsterdam.
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Participación ciudadana en los planes de desarrollo urbano.
¿Desarrollo para quién?
La discusión sobre la gentrificación no es una batalla contra el progreso, sino sobre quién se beneficia de ese progreso. ¿Debe modernizarse una ciudad a costa de expulsar a quienes la han habitado durante generaciones? ¿Puede haber renovación sin despojo?
La respuesta está en políticas públicas firmes, pero también en una sociedad civil informada, organizada y activa. La ciudad no es solo un espacio físico: es memoria, cultura, identidad… y debe seguir siendo hogar para todos.
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