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Notas de reclutas del Rancho Izaguirre en Teuchitlán revelan técnicas de enseñanza
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Notas de reclutas del Rancho Izaguirre en Teuchitlán revelan técnicas de enseñanza
Uno de los objetos más reveladores fue un cuaderno con anotaciones detalladas sobre el desarme de un fusil AR-15

Uno de los objetos más reveladores fue un cuaderno con anotaciones detalladas sobre el desarme de un fusil AR-15

Por: Brenda Barragán

La dinámica de control psicológico dentro del rancho se evidenció también en testimonios como el de Luis “N”, un joven que logró escapar y que en entrevista con el youtuber Gusgri relató cómo debían pedir permiso incluso para acciones básicas. INFORMADOR/ARCHIVO

En el municipio de Teuchitlán, Jalisco, dentro del Rancho Izaguirre, se realizó un impactante hallazgo: mochilas, cartas de despedida, fotografías, listas escritas a mano con apodos y más de 200 pares de zapatos fueron encontrados en lo que se presume fue un centro de adiestramiento y exterminio. Este descubrimiento fue hecho por el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco el pasado 5 de marzo, tras recibir un aviso anónimo sobre la presencia de restos humanos en la zona.

Además de estos objetos, se localizaron medicamentos, productos de higiene, carteras, libros y altares a la Santa Muerte. Entre los textos hallados, destacaban títulos como “El arte de la guerra de Sun Tzu” y una biblia que contenía imágenes de un niño. También se viralizó una carta firmada por Eduardo Lerma Nito, un joven desaparecido en febrero de 2024, en la que se leía: “Si algún día ya no regreso, solo te pido que recuerdes lo mucho que te amo”. Posteriormente, se confirmó que la víctima había logrado escapar y reunirse con su familia.

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Apodos y control psicológico

 AP/ARCHIVO
 AP/ARCHIVO

De acuerdo con testimonios, el grupo criminal operaba bajo un estricto sistema de control. A los reclutas les eran arrebatadas sus pertenencias y se les asignaba un apodo para borrar sus identidades. Durante su estancia, eran sometidos a un régimen de disciplina extrema y privaciones. En una de las habitaciones del rancho se encontraron prendas quemadas, mochilas de diversas marcas, incluyendo una de repartidor, así como pertenencias que podrían haber pertenecido a personas desaparecidas o fallecidas.

Uno de los objetos más reveladores fue un cuaderno con anotaciones detalladas sobre el desarme de un fusil AR-15. En sus páginas se podía leer: “Solicito autorización para realizar el desarme parcial de mi AR-15”, seguido de una descripción técnica de las piezas del arma, como el cargador, el resorte recuperador y el selector de cadencia. Estas notas evidencian que los reclutas recibían instrucción teórica en el uso de armamento como parte de su entrenamiento.

AFP/ ULISES RUIZ
AFP/ ULISES RUIZ

El colectivo Guerreros Buscadores señaló que estos cuadernos eran utilizados como material didáctico para la capacitación de los jóvenes en el manejo de armas largas.

La “escuelita del terror”: entrenamiento y castigos

Según testimonios recabados, el rancho funcionaba como un centro de reclutamiento forzado. Los jóvenes, en su mayoría provenientes de otros estados, eran atraídos con falsas ofertas de empleo publicadas en redes sociales. Una vez que aceptaban, eran citados en la central de autobuses de Guadalajara y trasladados al rancho, donde se les despojaba de sus pertenencias y se les asignaba un nuevo nombre.

El adiestramiento iniciaba de inmediato. Dormían en condiciones de hacinamiento, sobre lonas en el suelo dentro de un galpón cubierto con láminas. Sus jornadas consistían en ejercicios físicos extenuantes con llantas, simulacros de combate bajo alambres de púas y prácticas con armas de gotcha. También debían recorrer un laberinto de entrenamiento y después repetir el trayecto con los ojos vendados.

Quienes superaban esta primera etapa, denominada entre ellos como “el kinder”, eran enviados a otras regiones del país para participar en combates. Posteriormente, algunos eran trasladados a una segunda fase de adiestramiento conocida como “la escuelita del terror”, donde las pruebas se volvían más brutales. Ahí se utilizaban armas con proyectiles congelados, capaces de perforar la piel, y los instructores, descritos como exmilitares de México y Colombia, impartían las lecciones en un ambiente de violencia extrema.

 AP/ARCHIVO
 AP/ARCHIVO

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Algunos sobrevivientes relataron que estos instructores, en ocasiones en estado de ebriedad, castigaban severamente cualquier error. “Si alguien cometía un error, lo mataban ahí mismo. No había margen”, declaró la activista Índira Navarro en entrevistas con diversos medios nacionales.

La dinámica de control psicológico dentro del rancho se evidenció también en testimonios como el de Luis “N”, un joven que logró escapar y que en entrevista con el youtuber Gusgri relató cómo debían pedir permiso incluso para acciones básicas. “Teníamos que pedir autorización para todo”, mencionó, incluyendo cosas tan simples como beber agua, ir al baño o recoger una escoba.

Este relato coincide con las frases encontradas en el cuaderno de entrenamiento hallado en el rancho de Teuchitlán, que muestran cómo los reclutas eran sometidos a un proceso de anulación de identidad y control absoluto.

BB

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