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El escritor guanajuatense se confiesa “contento y asustado” al recibir este que es uno de los más importantes premios en la literatura juvenil
Ricardo Zárate también es autor de “El chico sin nombre (Alfaguara, 2017) y “Persigue tus sueños. Tú puedes cambiarte la vida” (Alfaguara, 2019). EL INFORMADOR/I. Martínez
Adentrarse a la mente de una estudiante acosadora y descifrar cuáles son las razones que la movilizan a ejercer la violencia, pese a vivir en un entorno privilegiado y sin carencias aparentes, es la propuesta de “El monstruo que vencimos”, novela con la que el escritor guanajuatense Ricardo Zárate ganó el Premio Gran Angular 2022, que impulsado desde 1978 por la Fundación SM y la Editorial SM junto al Premio El Barco de Vapor, galardona a los autores que abonan a la literatura juvenil e infantil, respectivamente, con tramas enriquecedoras y capaces de marcar en los lectores un nuevo sentido en la literatura contemporánea.
“Estoy contento y asustado, porque el Premio Gran Angular es uno de los más importantes y reconocidos en la literatura juvenil en habla hispana, es un referente de la literatura juvenil. Hay que estar a esa altura e implica responsabilidad”.
A la espera de que de que la obra sea publicada en próximos meses y se establezca su título definitivo para llegar a las librerías, Ricardo Zárate recibirá el Premio Gran Angular en el marco de la edición 36 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que se realizará del 26 de noviembre al 4 de diciembre de este año.
Ricardo Zárate no solo se expresa emocionado al ser galardonado con el Gran Angular, pues también reconoce la responsabilidad que esto conlleva no solo para futuras obras, pues resalta la gran exigencia que este año el jurado priorizó para seleccionarlo como ganador, luego de que la Fundación SM y la editorial SM declararon desierto el premio El Barco de Vapor de esta edición, tras considerar que las obras aspirantes carecieron de la calidad literaria que distingue a estos reconocimientos.
“Eso me habla del gran rigor que hay, porque escribir libros e historias infantiles es un reto mayúsculo y que se haya tomado esa decisión me habla de ese rigor por ofrecerle al lector las mejores historias posibles. Habla del prestigio que tiene el premio en sus dos convocatorias, espero que esta decisión incentive a los creadores de literatura infantil a seguir escribiendo, a proponer historias entrañables”.
Desde otra mirada
Ricardo Zárate, quien en su trayectoria ha impulsado obras como “El chico sin nombre (Alfaguara, 2017) y su libro autobiográfico “Persigue tus sueños. Tú puedes cambiarte la vida” (Alfaguara, 2019), comparte los desafíos que implicó escribir “El monstruo que vencimos” (título con el que participó), novela que explora la violencia en la infancia, el acoso escolar y el poder de la amistad como un transformador social.
“Esta chica que, de manera inexplicable para sí misma tiene un impulso hacia la violencia, hacia molestar a sus compañeros, es una acosadora de tiempo completo, pero se ve involucrada en un problema de proporciones internacionales que le hace ver las consecuencias de estas conductas hostiles, decide cambiar pero no sabe cómo. Me propuse escribirla con la mayor cantidad posible de afinidades con la realidad y escribir de esta forma es muy duro y complicado, el tener ideas claras, sencillas, emotivas y divertidas, pero fue lo que me propuse hacer, espero haberlo conseguido, el lector dirá su opinión”.
Ricardo Zárate destaca que uno de los principales intereses de su novela “El monstruo que vencimos” era mostrar la perspectiva de su protagonista, desde la mirada de esta chica acosadora que, en su día a día, revelará al lector cuáles son sus motivaciones y cómo es que su violencia tiene un giro al encontrarse con una chica vulnerable al bullying mediante una amistad atípica.
“Está contada desde el punto de vista de la acosadora. Normalmente, cuando se tocan estos temas los vemos desde la mente del acosado, de la víctima, pero quería explorar qué siente un acosador, qué piensa, qué busca, ver el mundo a través de sus ojos”.
Con idea, Ricardo Zárate, quien también ha llevado sus letras a producciones audiovisuales al escribir la película “La niña de la mina” y documentales históricos para Clío TV, enfatiza en los complejo de retratar la violencia en un entorno juvenil y que su lenguaje pueda ser ágil y con todas las herramientas posibles para profundizar en los personajes y sus contextos.
“Mi reto fue cómo hacer este personaje entrañable, un personaje con el que el lector se identifique, que genere empatía y no ese rechazo natural que uno tiene con los chicos hostiles, ese fue el reto narrativo más importante que tuve durante el proceso creativo”.
La lectura como un escudo ante el caos
Ricardo Zárate recalca que la violencia, siendo un constructo social, y en este caso, aterrizándola a la infancia y juventud, estos tipo de entornos tienen como primeros detonantes el núcleo familiar, desde los padres, pero ¿qué pasa cuando la violencia no está presente en el hogar y aun así estallan comportamientos violentos?
“De ahí surge todo y en la novela quise llevarlo a algo más complicado, porque el entorno donde vive esta chica no es hostil en lo absoluto, al contrario, sus padres son civilizados, amorosos a su manera, pero esta chica se pregunta de dónde viene ese ímpetu por molestar a los demás, por eso puse mayor acento -en la novela- en la amistad verdadera como solución a ese problema, porque un chico acosador internamente también tiene impulsos amorosos, pero por alguna razón están bloqueados”.
Con la expectativa de que “El monstruo que vencimos” también resuene en los lectores más adultos, Ricardo Zárate señala que posicionar este tipo de historias no solo tienen el reto de cautivar a todo tipo de lectores y romper estigmas sobre la literatura infantil y juvenil, pues actualmente los lectores enfrentan un sinfín de estímulos que intervienen en el proceso de tomar a la lectura como un hábito, una preferencia y de paso, exista una verdadera lectura de comprensión hacia lo que se consume.
“Tenemos que ofrecer historias inteligentes, porque creo que ahora, en los tiempos que vivimos, está más difícil pensar. Para los chicos se han empleado todo tipo de trampas para entorpecer el desarrollo de sus mentes, de modo que no sea posible tener un pensamiento libre, crítico, creativo y constructivo, he detectado que eso viene de la tecnología y en particular de las redes sociales, como que hay un esfuerzo por forzar ese estereotipo juvenil de un chico confundido, enojado, deprimido, débil o narcisista. Creo que la literatura puede ayudarnos a despertar otras inquietudes, a descubrirse a sí mismos diferentes a ese estereotipo, leer te abre universos distintos”.
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