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Para conmemorar el centenario de su natalicio, en el Día Mundial del Libro, el 23 de abril, la FIL rendirá un homenaje al escritor con la lectura de “Ensayo sobre la ceguera”
José Saramago ganó el premio Nobel de Literatura en 1988 y desde entonces se ha mantenido como un referente de las letras en el mundo. EL INFORMADOR/I. Martínez
El escritor José Saramago (Azinhaga, Portugal, 1922 - Tías (Lanzarote), España, 2010) recibió el Premio Nobel de Literatura en 1998, un hecho que marcó su vida al convertirlo en una figura pública mundial, a pesar de que su nombre fuera ya conocido en Europa gracias a más de una controversia en su país debido a su filiación comunista y más allá de sus fronteras gracias al reconocimiento que ganaron sus novelas cuando la Iglesia Católica buscó limitar su circulación, en especial la de “El evangelio según Jesucristo” (1991).
Este año, en que se cumple el centenario de nacimiento del narrador lusitano, la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara le rendirá un homenaje al elegir su libro, “Ensayo sobre la ceguera” (1995), como el protagonista del XX Maratón de Lectura, que se realizará el 23 de abril en el paseo Fray Antonio Alcalde, de 10:00 a 17:00 horas, para conmemorar el Día Mundial del Libro, además marcar el inicio de las actividades para el programa Guadalajara, Capital Mundial del Libro.
Contador de historias
De acuerdo con el dictamen del Nobel, se concedió a Saramago por “volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía”, palabras que sonaron extrañas para su partido político pero no para sus lectores, ni para aquellos que conocían sus humildes orígenes en una granja empobrecida del norte de Portugal, donde sus abuelos dormían con los puercos o abrazaban a sus árboles.
Inició tarde -puede decirse- a cosechar éxitos en una carrera literaria que comenzó con un una primera novela que fue un fracaso, a la que siguió, tres décadas después, “Manual de pintura y caligrafía” (1977), con la que logró darse a conocer nacionalmente. Tras las distinciones que merecieron “Memorial del Convento” (1982) y “El año de la muerte de Ricardo Reis” (1984), ya resonaba su nombre en otros países del viejo continente, como un potente contador de historias cuyos personajes habitaban un espacio narrativo singular, en el que la fantasía es elemento común, casi convencional pero por momentos deslumbrante; no en balde recibió el Premio Camões, equivalente al Premio Cervantes en los países de lengua portuguesa.
Ética y estética
Trabajó mucho tiempo como periodista y militó en el Partido Comunista Portugués, por lo que padeció la censura y fue perseguido durante los años de la dictadura de Salazar; después, se sumó a la llamada “Revolución de los Claveles”, que llevó a Portugal a la democracia en 1974. Fue siempre un escéptico y, como intelectual, mantuvo una postura ética y estética por encima de partidismos políticos. Su controvertida visión sobre la historia y la cultura son el punto crucial de su obra, considerada por numerosos críticos como una de las más importantes de la literatura contemporánea.
En Saramago convivieron siempre demonios angélicos de polémicas acciones: si por un lado fue capaz de ceder un porcentaje de sus regalías al partido -nada célebre- en el que militó hasta el fin de sus días, también dio muestras de no negociar los términos de su dignidad artística, en especial cuando su novela “El evangelio según Jesucristo” fue condenada en su país por “ofender al catolicismo”, un eco que resonó en El Vaticano y provocó que el autor abandonara Portugal para residir en la isla canaria de Lanzarote (hoy Tías).
Cerca del final
Tampoco fue casual que la literatura de Saramago fuera calificada como semejante a las parábolas; si en “Ensayo sobre la lucidez” (2004) abordó su idea de la democracia como posible únicamente cuando el poder político se distancia del económico, también exploró la posibilidad material de un intervalo de eternidad en “Las intermitencias de la muerte” (2005), la autobiografía en “Las pequeñas memorias” (2006) y, en su última novela, “Caín” (2009), retomó anecdóticamente pasajes del Antiguo Testamento para apuntalar reflexiones de actualidad.
Saramago murió a los ochenta y siete años de edad, el día 18 de junio de 2010, en su residencia de la localidad de Tías (Lanzarote), a causa de una leucemia crónica que derivó en un fallo multiorgánico. Escribió casi hasta el final de su vida. Sus cenizas fueron depositadas al pie de un olivo centenario, traído de su pueblo natal y trasplantado en el Campo das Cebolas, frente a la Fundación José Saramago de Lisboa, cuando se cumplió el primer aniversario de su fallecimiento.
EL DATO
Sinopsis de “Ensayo sobre la ceguera”
Un hombre en su auto, parado ante un semáforo en rojo, se queda ciego súbitamente. Es el primer caso de una “ceguera blanca” que se expande con celeridad impresionante. Se trata de una pandemia, la enfermedad se transmite con el más mínimo contacto físico, azota a un país y un gobierno que no están preparados para ella. Los ciegos son encerrados de manera denigrante y cruel en una cuarentena eterna, completamente abandonados a su suerte. Solamente una mujer conserva la vista, pero calla para ayudar a su marido y a los ciegos confinados; hasta que por sí sola -tal como vino- se disipa la ceguera.
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